Por Víctor Anleu
Para los que amamos el fútbol hay días que le marcan a uno la vida futbolísticamente, el Domingo recién pasado fue uno de esos días.
Aquí describo el sentimiento que estoy seguro, así como yo, miles de chapines vivieron.
13:45, Domingo 30 de Julio 2011, apenas 15 minutos faltaban para que la historia por fin nos sonriera, empecé a sentir las manos sudorosas, primer síntoma de lo que vendría.
13:55 veo aparecer la bandera azul y blanco por el túnel, el nudo en la garganta me ahogó todo intento de palabra.
13:58 horas ya hicieron su aparición los 11 hombres de apenas un par de décadas a sus espaldas, pero una historia de más de 100 años.
14:02 se escucha las primeras notas de nuestro himno, es allí donde cierro los ojos, e imagino a cada chamusca callejera de mi ciudad, imagino y recuerdo tantos sueños rotos en tantas eliminatorias, imagino cada cancha de tierra de mi país, visualizo a tantos niños, algunos descalzos, con pelotas de plástico.
Sabiendo que el resultado del encuentro es lo de menos, sabiendo que el orgullo y felicidad no me la quitaran ni siquiera un 5 a 0.
Sonriendo en medio de tanta oscuridad que vive esta bendita tierra, nuestro distractor momentáneo será esto.
Las lágrimas son inevitables, y comprendo que cada cancha, cada pelota, cada niño de mi país, a partir de hoy ya no volverán a ver el fútbol igual, yo mismo no lo volveré igual, porque de ahora soy y somos MUNDIALISTAS.
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